Tener barba no es sólo dejar que el vello facial eventualmente cubra la mitad del rostro. La barba (y el bigote, quien opte por dejárselo) es un aliado de la apariencia masculina; es símbolo de la perseverancia y cuidado que un hombre tiene consigo mismo. Es parte de una imagen que ha trascendido con el paso de los años desde tiempos remotos.
Como muchos saben, conseguir una barba bonita no es cosa fácil; conlleva grandes responsabilidades, sacrificios, cuidados y hábitos que la convierte, por así decirlo, en un estilo de vida. Por eso, si tú tienes barba ahora o la has tenido en el pasado, seguramente te identificarás con alguno de estos puntos:
- Ciertos alimentos pueden resultar en tu peor enemigo a la hora de comer: El inevitable antojo de un helado o una pasta a la bolognesa se convierte en una pesadilla al pensar que la mitad de la comida se pueden quedar en tu barba. ¡Es tan molesto!
- El tiempo dedicado en darle forma a tu barba se convierte en una prioridad: Con el paso del tiempo, te das cuenta que tener una barba envidiable va más allá de sólo dejarla crecer; para que sea vea bien, es importante tomarse unos minutos al día (o cada dos días) para darle mantenimiento, y que así, no luzca descuidada o sucia.
- Envidias a quien tiene una barba larga, peinada y bien cuidada, porque sabes que no es tan fácil como parece: no cualquiera tiene la paciencia o el tiempo para dedicarle la atención necesaria a una barba larga. Al tener barba, sabes la responsabilidad que ella requiere, por lo que alguien que ha llegado tan lejos con tan buenos resultados, ¡se le aplaude!
- Al mirar fotografías tuyas con y sin barba, ¡te das cuentas que eres ser dos personas completamente diferentes! Te han dicho de todo, que sin la barba tienes 20 años menos, y con barba, parece que tienes 20 más. Que si muestras tu identificación (sin barba) en cualquier lado, ¡no te reconocen! La barba es poderosa, ¿no crees?
- Las altas temperaturas te generan la conflictiva duda de rebajar tu barba o aguantar el calor: entre la difícil decisión de aguantar el sudor y el terrible bochorno del vello facial, o quitártelo y extrañar tu barba por una temporada, sufres por un instante y te ves en la complicada situación de tener que tomar una decisión.
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